Lo cierto es que normalmente nos exponemos a diferentes toxinas cuando nos sentamos a la mesa. Las patatas, por ejemplo, contienen solanina, un fungicida y pesticida natural que el tubérculo usa para protegerse y que, además de ser responsable de su ligero sabor amargo, puede provocar efectos neurotóxicos o daños gastrointestinales si se consume en altas proporciones.
Muchos hongos y setas comestibles incorporan una sustancia llamada amanitoxina que puede destrozar el hígado. Y además, cada día ingerimos de 12 a 50 miligramos de arsénico en la comida, aunque los japoneses, con una dieta más rica en pescado y moluscos, pueden consumir hasta 140 miligramos.
No obstante, lo realmente alarmante de la comida nipona es la alta concentración de mercurio que contienen ciertos tipos de sushi, sobre todo el sushi de atún rojo, que según un estudio publicado recientemente en Biology Letters es bastante peligroso para la salud.
En cuanto al agua del grifo, en Estados Unidos, Asia y algunos países de Europa se enriquece con cierta dosis de flúor, que si bien combate la caries es considerado también uno de los venenos más dañinos, principalmente por sus efectos nocivos sobre el cerebro.
En cuanto al agua del grifo, en Estados Unidos, Asia y algunos países de Europa se enriquece con cierta dosis de flúor, que si bien combate la caries es considerado también uno de los venenos más dañinos, principalmente por sus efectos nocivos sobre el cerebro.
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