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Por: Dr. Rodolfo Chang Peña

En los centros de atención de la red pública es un sueño inalcanzable, al menos por ahora, "hacer lo que debe hacerse" ya que en su lugar habitualmente "se hace lo que se puede" o lo que es lo mismo ""hasta donde alcanza la cobija".

W. Edwards Deming padre del concepto de la calidad total que se puso muy de moda hace más de una década, dice que la calidad reside en "hacer lo correcto en la forma correcta y de inmediato".

A lo anterior los médicos que trabajan en los hospitales podrían responder: ¿Cómo puedo hacer lo correcto si no dispongo de insumos? ¿Cómo puedo actuar en la forma correcta sin equipo con la tecnología adecuada, con escasez de medicinas y sin camas? Y ¿cómo puedo actuar de inmediato si la presión de la demanda y burocracia me obligan a dar citas para dentro de seis, diez o catorce meses?

En el medio salvadoreño la situación en los hospitales ha llegado a tales extremos que los procedimientos de escoge para alcanzar un diagnóstico para enseguida realizar un tratamiento prácticamente solo existen en los textos de medicina, en la práctica la tradicional lipidia, escasez de personal y carestías obligan a apartarse de las normas.

Y como tal estado de cosas se repite invariablemente todos los años, el trabajar en forma heroica con sacrificio de la calidad ya se convirtió en un modus operandi normal al menos para muchas jefaturas operativas. No extraña, por ejemplo, reciclar artículos descartables para extraerles la última gota de vida útil, laborar en condiciones mínimas al borde del colapso, operar equipos parcialmente dañados, recurrir a la improvisación y en momentos de apremio sustituir fármacos específicos "con lo que haya en farmacia".

Aparentemente se da poca importancia a la eficacia para llegar al diagnóstico porque se ordenan análisis clínicos y se dan citas para dentro de cuatro meses o más, cuando los resultados de dichos exámenes han perdido actualidad y validez. No son pocos los pacientes que esperan más de 48 horas en observación de emergencia en espera de resultados de exámenes. Una persona con un trauma en una mano puede consumir un día entero tratando que lo atiendan y cuando lo hacen lo envían a otro centro de atención para que le tomen una radiografía. Una operación de ojos puede dilatar uno o dos años y las explicaciones siempre son las mismas: falta de equipos, materiales, reactivos, suspensión de exámenes, etc.

¿Será que los nuevos hospitales son cascarones de antiguas prácticas y procesos burocráticos no actualizados desde la óptica calidad, eficacia y humanización? Hace dos meses observé en emergencia de un nuevo centro hospitalario que se tardaron diecisiete horas para iniciar el tratamiento a un señor con cólico hepático por litiasis biliar, este consistió en pasarle un suero que colgaba de un clavo en la pared ¡ni siquiera disponían de un atril portasueros! También observé que la alimentación que reciben los internados no corresponde con el valor que pagan a los suministrantes. A simple vista los alimentos no pasan de un dólar con cincuenta centavos en cualquier comedor de los suburbios y sin embargo los mismos empleados comentaban que se pagan alrededor de cuatro dólares por ración servida.


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