El Salvador no es un país de verdad. No somos un país. No estamos juntos ni revueltos. Sólo somos un grupo de personas confinadas, como presos, a unas fronteras imaginarias que nos separan del océano Pacífico, Guatemala y Honduras.
Un verdadero país está fundado en cuatro grandes rubros: la salud, la educación, la justicia y la economía. Y en nuestro país, estos cuatro pilares están medio empezados, medio torcidos y oxidados.
¿Sabían ustedes que el Ministerio de Salud, por decreto, empezó a existir hasta en 1946? ¿Y sabían que los programas de salud, como saneamiento ambiental, agua potable y la atención a embarazadas iniciaron apenas en los años ´60, y hasta en 1972 empezó la figura del promotor de salud?
¿Y la educación? ¿Algún gobernante se ha interesado de verdad en hacer crecer la educación de este corral llamado El Salvador? ¿Por qué la educación primaria, secundaria y universitaria dejan todavía en pleno siglo XXI mucho que desear?
¿A quiénes les conviene tener un país con bajos niveles de educación? ¿Por qué hay diputados en nuestra Asamblea Legislativa que leen como niños que apenas están iniciando la primaria?
¿Y la justicia? La justicia es, para fines prácticos, inexistente. La impunidad, es decir, la no aplicación del castigo que merece alguien que ha cometido un delito, en El Salvador es un garañón suelto y sin dueño.
¿Para dónde vamos como país? ¿Qué decía el informe sobre el desarrollo humano en el año 2013? ¿Por qué cada día tantos jóvenes y adultos en edad productiva se siguen largando de este país? Algunos han dicho que hasta 250 salvadoreños se van cada día con la esperanza de encontrar, principalmente a Estados Unidos y otros países, las oportunidades de trabajo que nuestro país no les brinda.
Desde sus inicios El Salvador no fue pensado como país, sino como una gran finca feudal, sin ilusiones de desarrollo.
Al pensar en nuestras deficiencias y nuestro poco orgullo patrio, que obviamente va más allá de las pupusas, sólo podemos creer que El Salvador nació de un mal sueño que alguna vez soñaron unos desafortunados hombres.
Ya se acercan nuevamente las elecciones de diputados y alcaldes, y hasta el momento ningún político ha presentado en concreto un plan para resolver los graves y fundamentales problemas de El Salvador.
¿Qué se podría hacer para cambiar el rumbo de nuestro país? Lo primero sería tener voluntad de hacerlo. ¿Hay verdadero interés sin egoísmo y voluntad de mejorar El Salvador en quienes lo dirigen?
¿Qué se podría hacer para cambiar el rumbo de nuestro país?
He aquí algunas propuestas que hacemos nosotros, como ciudadanos preocupados por el futuro de El Salvador:
1-La inversión (y una re-evaluación) en educación debe ser profunda, poniendo un especial énfasis en la calidad de los profesores y por sobre todo un gran énfasis en el educando, como gran protagonista de la misma, pues es a él a quien el maestro y la sociedad se deben, solo así el alumno crecerá en conocimiento académicos pero sobre todo en libertad, espiritualidad y respeto al prójimo, amando y respetando a la vida, y, en futuro no muy lejano, promoverá la equidad e igualdad.
Un verdadero país está fundado en cuatro grandes rubros: la salud, la educación, la justicia y la economía. Y en nuestro país, estos cuatro pilares están medio empezados, medio torcidos y oxidados.
¿Sabían ustedes que el Ministerio de Salud, por decreto, empezó a existir hasta en 1946? ¿Y sabían que los programas de salud, como saneamiento ambiental, agua potable y la atención a embarazadas iniciaron apenas en los años ´60, y hasta en 1972 empezó la figura del promotor de salud?
¿Y la educación? ¿Algún gobernante se ha interesado de verdad en hacer crecer la educación de este corral llamado El Salvador? ¿Por qué la educación primaria, secundaria y universitaria dejan todavía en pleno siglo XXI mucho que desear?
¿A quiénes les conviene tener un país con bajos niveles de educación? ¿Por qué hay diputados en nuestra Asamblea Legislativa que leen como niños que apenas están iniciando la primaria?
¿Y la justicia? La justicia es, para fines prácticos, inexistente. La impunidad, es decir, la no aplicación del castigo que merece alguien que ha cometido un delito, en El Salvador es un garañón suelto y sin dueño.
¿Para dónde vamos como país? ¿Qué decía el informe sobre el desarrollo humano en el año 2013? ¿Por qué cada día tantos jóvenes y adultos en edad productiva se siguen largando de este país? Algunos han dicho que hasta 250 salvadoreños se van cada día con la esperanza de encontrar, principalmente a Estados Unidos y otros países, las oportunidades de trabajo que nuestro país no les brinda.
Desde sus inicios El Salvador no fue pensado como país, sino como una gran finca feudal, sin ilusiones de desarrollo.
Al pensar en nuestras deficiencias y nuestro poco orgullo patrio, que obviamente va más allá de las pupusas, sólo podemos creer que El Salvador nació de un mal sueño que alguna vez soñaron unos desafortunados hombres.
Ya se acercan nuevamente las elecciones de diputados y alcaldes, y hasta el momento ningún político ha presentado en concreto un plan para resolver los graves y fundamentales problemas de El Salvador.
¿Qué se podría hacer para cambiar el rumbo de nuestro país? Lo primero sería tener voluntad de hacerlo. ¿Hay verdadero interés sin egoísmo y voluntad de mejorar El Salvador en quienes lo dirigen?
¿Qué se podría hacer para cambiar el rumbo de nuestro país?
He aquí algunas propuestas que hacemos nosotros, como ciudadanos preocupados por el futuro de El Salvador:
1-La inversión (y una re-evaluación) en educación debe ser profunda, poniendo un especial énfasis en la calidad de los profesores y por sobre todo un gran énfasis en el educando, como gran protagonista de la misma, pues es a él a quien el maestro y la sociedad se deben, solo así el alumno crecerá en conocimiento académicos pero sobre todo en libertad, espiritualidad y respeto al prójimo, amando y respetando a la vida, y, en futuro no muy lejano, promoverá la equidad e igualdad.
2-La eliminación de la delincuencia y el propiciar el funcionamiento de la justicia tienen que encararse con decisión y firmeza; ambos, delincuencia y justicia, son tópicos que deben abordarse desde sus raíces. (En cuanto al tema de la delincuencia, debe quedar claro que bajo ninguna circunstancia se debe pactar con criminales). La impunidad actual es el reflejo de la sociedad actual y su actuar: lo punible ya no es castigado, dizque por que la sociedad ha evolucionado. Pero no, la cosa es simple: si se obra mal debe de corregirse, tal y como nuestros padres nos enseñaron que ante una acción hay una consecuencia. Hoy en día las madres y padres dejan que sus hijos hagan y deshagan a su antojo, la indisciplina en el hogar nos está costando dolor y muertos cada día. (Aclaración necesaria: disciplina no es bajo ninguna forma de vista equivalente a castigo físico, maltrato psicológico o tortura.)
3-Ayudar a los pequeños y medianos empresarios debería ser otra prioridad, de tal manera que El Salvador pueda producir riqueza; la economía la mueve el pequeño negociante, el mediano empresario, no solo los banqueros o los dueños de grandes negocios merecen créditos blandos e incentivos fiscales.
4-Propiciar la inversión extranjera, tal como lo han hecho otros países, como China, por ejemplo, pero siempre respetando a nuestra mano de obra y velando porque a esta se le otorguen salarios justos, seguros social y un fondo seguro de pensiones y no miserias disfrazadas de empleo.
5-Implementar la austeridad en el gobierno, de forma real y que ésta empiece por los diputados, Presidente y todo el séquito de aves de carroña que rodean a los puestos de poder e incluso a algunos mandos medios.
6-Es la hora de que se escuche a los ambientalistas; sin agua y sin recursos naturales El Salvador no tiene ningún futuro viable.
7-En los puntos claves del gobierno central y de los gobiernos municipales deben haber personas idóneas; no es suficiente ser militante de un partido; la prioridad debe ser colocar personas con sensibilidad social que conozcan los problemas urgentes del país y traten de resolverlos con conocimientos; que sean honradas, que posean mucho espíritu de servicio e, insistimos, muchos conocimientos.
8-El FMLN, con la responsabilidad de tener en sus manos el gobierno central, debe empezar a mirar y escuchar a los más desprotegidos de El Salvador.
Al Presidente Salvador Sánchez Cerén y al Vice-Presidente Oscar Ortiz les decimos: mézclense con el pueblo, porque de ahí provienen ustedes y de este pueblo aprenderán mucho de cómo deberán gobernar.
Algo en serio debería cambiar aquí.
¿Estamos pidiendo demasiado? Estamos seguros que no.
Y para terminar -aunque no son nuevos- estos dos videos que vienen a continuación y que son una verdadera vergüenza; pero los traemos este día porque es bueno recordar la calidad de personas que dirigen nuestro país y, lo que es más grave, nos lleva a preguntarnos: ¿es este tipo de personas las que está produciendo nuestro sistema educativo?
Al Presidente Salvador Sánchez Cerén y al Vice-Presidente Oscar Ortiz les decimos: mézclense con el pueblo, porque de ahí provienen ustedes y de este pueblo aprenderán mucho de cómo deberán gobernar.
Algo en serio debería cambiar aquí.
¿Estamos pidiendo demasiado? Estamos seguros que no.
Y para terminar -aunque no son nuevos- estos dos videos que vienen a continuación y que son una verdadera vergüenza; pero los traemos este día porque es bueno recordar la calidad de personas que dirigen nuestro país y, lo que es más grave, nos lleva a preguntarnos: ¿es este tipo de personas las que está produciendo nuestro sistema educativo?
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