Imagen de un jaguar de cerámica descubierto en Cihuatán (Foto por FUNDAR)
Cihuatán es una antigua ciudad mesoamericana ubicada al tres kilómetros al norte de la ciudad de Aguilares, es un sitio especial, principalmente porque hace 84 años la arqueología salvadoreña prácticamente nació, pues fue en ese sitio, donde el arqueólogo Antonio Sol comenzó la primera excavación científica en nuestras tierras, y una de sus primeros descubrimientos fueron unos fabulosos jaguares de cerámica que lamentablemente desaparecieron de nuestra colección nacional en algún momento de los años cuarenta.
Cihuatán es interesante, su historia se remonta a un misterioso inicio a finales del siglo X, en una época cuando los demás núcleos de población humana en Mesoamérica eran abandonados y desaparecían en una incomprensible decadencia. Lo más interesante de Cihuatán es su presencia mexicana, las investigaciones arqueológicas de las últimas décadas han vinculado a los antiguos pobladores cihuatanecos vinculados fuertemente a la presencia mexicana.
Los arqueólogos son los científicos que reconstruyen el pasado a partir de objetos materiales, generalmente trabajan por temporadas cuando las condiciones climáticas se lo permiten, pues las lluvias torrenciales de los meses de julio y septiembre pueden echar a perder una excavación arqueológica. En la pasada temporada el equipo de investigación dirigida por el arqueólogo Paul Amaroli de la Fundación Arqueológica descubrieron en una antigua y casi desaparecida estructura ubicada al sur oeste de la plaza de Cihuatán, bautizada P-23, al menos seis representaciones de jaguares de cerámica, muy similares a los descubiertos por Sol el siglo pasado.
Muchos de los jaguares descubiertos estaban completamente destruidos, parecen como si alguien deliberadamente los quebró, los arqueólogos presumen que fueron los destructores de Cihuatán los responsables, pues la antigua ciudad tuvo un final trágico, un enemigo desconocido los asaltó hace unos 800 años, dejando la ciudad en llamas y completamente arrasada.
Sin embargo, entre los escombros de cerámica se encontró un jaguar que logró sobrevivir relativamente con pocos daños; de hecho, será el trabajo de los restauradores hacerle volver su antigua gloria. Tal como se observa en la imagen inferior, los jaguares tienen un tamaño aproximado de unos 40 centímetros de alto, son huecos y en su representación todos poseen collares de cascabeles atados a cuello y brazos; así también, todos son machos.
Cihuatán es interesante, su historia se remonta a un misterioso inicio a finales del siglo X, en una época cuando los demás núcleos de población humana en Mesoamérica eran abandonados y desaparecían en una incomprensible decadencia. Lo más interesante de Cihuatán es su presencia mexicana, las investigaciones arqueológicas de las últimas décadas han vinculado a los antiguos pobladores cihuatanecos vinculados fuertemente a la presencia mexicana.
Los arqueólogos son los científicos que reconstruyen el pasado a partir de objetos materiales, generalmente trabajan por temporadas cuando las condiciones climáticas se lo permiten, pues las lluvias torrenciales de los meses de julio y septiembre pueden echar a perder una excavación arqueológica. En la pasada temporada el equipo de investigación dirigida por el arqueólogo Paul Amaroli de la Fundación Arqueológica descubrieron en una antigua y casi desaparecida estructura ubicada al sur oeste de la plaza de Cihuatán, bautizada P-23, al menos seis representaciones de jaguares de cerámica, muy similares a los descubiertos por Sol el siglo pasado.
Muchos de los jaguares descubiertos estaban completamente destruidos, parecen como si alguien deliberadamente los quebró, los arqueólogos presumen que fueron los destructores de Cihuatán los responsables, pues la antigua ciudad tuvo un final trágico, un enemigo desconocido los asaltó hace unos 800 años, dejando la ciudad en llamas y completamente arrasada.
Sin embargo, entre los escombros de cerámica se encontró un jaguar que logró sobrevivir relativamente con pocos daños; de hecho, será el trabajo de los restauradores hacerle volver su antigua gloria. Tal como se observa en la imagen inferior, los jaguares tienen un tamaño aproximado de unos 40 centímetros de alto, son huecos y en su representación todos poseen collares de cascabeles atados a cuello y brazos; así también, todos son machos.
La investigación se realizó bajo monitoreo de la Secretaría de la Cultura de la Presidencia SEC, y participaron trabajadores de campo con experiencia de más de treinta años, entre ellos Pastor Gálvez. También se participó Edgar Cabrera, estudiante egresado de la licenciatura de arqueología de la Universidad Tecnológica de El Salvador.
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