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Casi tres cuartas partes de las consultas corresponden a tumores llamados "de células no pequeñas". En los casos avanzados (que son la mayoría, porque es un tipo de cáncer que no se detecta precozmente), las únicas herramientas terapéuticas con que contaban los oncólogos eran la radioterapia y la quimioterapia. Pero tras más de 18 años de investigaciones, un consorcio público-privado que impulsó en el país el laboratorio Elea acaba de presentar el primer medicamento innovador que se da a conocer para esta patología en la última década: una vacuna terapéutica. No previene el tumor, pero promueve su destrucción por el sistema inmune del propio organismo.

" Después de 18 años de desarrollo, llegamos a la mayoría de edad -bromea el doctor Daniel Alonso, director del Laboratorio de Oncología Molecular de la Universidad de Quilmes, investigador del Conicet y director científico del Consorcio de Investigación ID+i-. Hoy estamos en condiciones de ofrecer un nuevo recurso para un grupo de pacientes para los que no había muchas alternativas."

En ensayos clínicos controlados a doble ciego (ni el médico ni el paciente sabían qué se les estaba administrando), el fármaco, cuyo nombre científico es racotumomab , triplicó el porcentaje de pacientes que viven dos años después de la aplicación de la vacuna, de 8 a 24%. Los "buenos respondedores" pueden prolongar bastante más su sobrevida.

"El cáncer de pulmón es una de las enfermedades más mortales que vemos -explica el doctor Luis Fein, director de investigación del Instituto de Oncología de Rosario, investigador del ensayo clínico de la vacuna y presidente del Grupo Argentino de Investigación Clínica en Oncología-. En etapa avanzada, sólo teníamos un tratamiento paliativo. En el estadio IV, una vez que la enfermedad se diseminó, la sobrevida promedio era de entre seis y ocho meses. Eso se puede mejorar con la quimio y la radioterapia, que siguen siendo la indicación básica para estos pacientes. La vacuna no suplanta esta estrategia, pero ofrece una nueva opción para que la mejoría se prolongue."

El racotumomab se desarrolló a partir de una colaboración con el Instituto de Inmunología Molecular de La Habana, Cuba. Allí y aquí, más de 90 científicos pertenecientes a la Universidad de Quilmes, el Instituto Roffo, el hospital Garrahan, el Conicet y la Universidad de Buenos Aires trabajaron en la identificación de un antígeno (una sustancia que promueve la formación de anticuerpos, porque el sistema inmune la reconoce como una amenaza) que sólo expresan las células tumorales, pero no las sanas, y en el desarrollo de un anticuerpo monoclonal que, al inducir al cuerpo a reaccionar contra ese antígeno, ataca al tumor y sus metástasis, pero no al tejido normal.

"Esto es importantísimo porque estos antígenos se encuentran en la superficie de las células tumorales y por lo tanto son accesibles al sistema inmune -subraya Alonso-. Y como están ausentes de los tejidos normales, nos permite focalizar la acción terapéutica."

"Si comparamos la quimio o la radioterapia con la vacuna -ilustra el doctor Roberto Gómez, director médico de Elea-, se podría decir que las primeras son como una bomba, y con la última uno apunta con mira telescópica, dirige la acción al blanco específico."

Por esta selectividad, la inmunización carece de efectos adversos relevantes, más allá de molestias ocasionales en el sitio de la inyección o, eventualmente, un cuadro de tipo gripal que desaparece espontáneamente.

Según explica Alonso, la parte más reactiva del antígeno tiene que ver con un componente azucarado. "Al parecer, los tumores, a través de mecanismos de captura, toman estos componentes de la dieta, particularmente de las carnes y leches de origen bovino, y sobreexpresan estos elementos que favorecen su velocidad metastásica -destaca-. Esto es muy bueno porque el blanco no sólo cumple una función en la biología del tumor, sino que es específico de las células cancerosas."

La vacuna está indicada para casos avanzados, que hayan recibido quimio o radioterapia y que estén estables, porque si la enfermedad avanza muy rápido no hay tiempo para que el sistema inmune monte una respuesta eficiente. "Se comienza con un período de inducción, durante el cual se administran cinco dosis de la inyección intradérmica, una cada catorce días, para estimular inicialmente la inmunidad -detalla Gómez-. Y luego se continúa con un período de mantenimiento de un refuerzo mensual. La idea es estimular continuamente el sistema inmune, que es deprimido por el propio tumor."

La nueva medicación será cubierta por las obras sociales y prepagas para las indicaciones aprobadas por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica, y estará disponible desde julio.

Para la directora del Consorcio ID+i, doctora Silvia Gold, se trata de "un medicamento absolutamente innovador, una nueva clase terapéutica. Hoy ofrece una alternativa a pacientes con cáncer de pulmón, pero también tiene un potencial que deberá estudiarse en otros tumores que presentan este mismo blanco".

"Se trata de un excelente ejemplo de colaboración entre los sectores público y privado, de culminación de la investigación básica, preclínica y clínica -opina el inmunólogo Gabriel Rabinovich, que no participó de la investigación-. También es destacable la decisión de una empresa farmacéutica de apostar a un proyecto de investigacion aún en etapas germinales. Ojalá existan muchas más que se animen a este tipo de inversiones y a la asociación con científicos de diferentes áreas".

"Por supuesto, no es una cura milagrosa -aclara Alonso-, sino una nueva opción terapéutica que se incorpora al arsenal contra una enfermedad muy compleja, como es el cáncer pulmonar avanzado."

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