“primum non nocere”
(Primero no hacer daño)
“primum non nocere”. Frase icónica de los galenos, atribuida a antecedentes hipocráticos y que engloba en tres palabras una de los principios éticos de una profesión, incluso, principios éticos de la sociedad.
Pero mantengamos la línea galénica y ahondemos un poco más el significado que engloba está frase para los médicos. Trillada hasta el extremo por no decir menos, origen de cuestionamientos en la práctica médica, de aquellos “colegas” que vieron la profesión como un oficio o pasatiempo y que se encargan de manchar y destruir todo el conocimiento científico de décadas de estudio, al ejercer de una manera mediocre, en pocas palabras, negligencia médica.
Mi objetivo no es aburrirlos con razonamientos pseudo-filosóficos, porque filósofo no soy, soy médico, de una línea un poco inusual y (me atrevo a decir) desconocida en nuestro medio, pues soy un médico investigador clínico.
¿Qué de importante tendrá este dato? Creo que mucho, empiezo a desenvolverme en un campo huérfano, aislado de la medicina en nuestro país, conociendo términos y conceptos que aunque conocidos en papel, tienen una importancia mucho más profunda en la práctica, como lo son la ética de investigación, el respeto de los derechos de los pacientes por parte de los médicos, consentimiento informado y muchas más de la misma índole.
Términos que no pueden obviarse, porque, si no existen o no se respetan, prácticamente no se puede ejercer la clínica, que tanto nos encanta promulgar que realizamos dentro de los reglamentos de la medicina.
¿Quiere decir esto que todos somos negligentes en nuestra práctica médica? Con un porcentaje bastante alto, nos acercamos peligrosamente al “SI”, por no respetar la autonomía del paciente. Es el paciente el encargado de decidir que es lo mejor para él, sin ningún tipo de coerción, influencia, amenaza o intereses de grupos. Puede ser que nosotros sepamos de medicina, pero es el paciente el que sabe que está enfermo.
Obviamente, es nuestra responsabilidad, dirigir al paciente hacia la decisión más adecuada para él, en base a razonamientos basados en la evidencia científica, orientándolo sobre los riesgos y beneficios de cada una de las decisiones que decida tomar. Somos una suerte de “brújula hacia la salud”, facilitamos llegar a ella, pero al final es el paciente el que decide como llegar (o no hacerlo).
Pero, de todo esto ya se ha hablado mucho: Negligencia, médicos que no son médicos, conocimiento científico y medicina basada en evidencia, ética, autonomía, etc. que son cuestiones englobadas en el título expuesto al principio de este escrito.
A mi parecer, hablamos de un “primum non nocere” colectivo, donde todas estas cuestiones nos dan un sentido de pertenencia porque todos hablan de ellas, y como nosotros decidimos estudiar esto, nos sentimos identificados cuando lo escuchamos.
Pero me gustaría generar una reflexión un poco más individual: ¿Cómo haces tú para no hacer daño como médico? ¿Cómo realizas tu práctica médico-científica diaria para evitar lastimar a los que quieres “curar”?
Y me refiero a una práctica médico-científica porque este es el punto de partida: ¿Qué tan científico eres? ¿Qué tanto basas tus decisiones como médico en la evidencia científica más actualizada y con nivel de validez alto? ¿Tratas a los pacientes con lo único (poco) que leíste durante la carrera, con las “experiencias clínicas” que te contaron tus docentes, con lo que escuchaste decir a otro o viste, y por no haber leído sobre eso, lo usas porque es lo único que sabes? Sí esto es así y te sientes identificado, pues déjame decirte, amigo, tu no eres médico, eres un tipo con gabacha blanca y licencia para matar, que se tardo 8 años (o más) en ganarse ese derecho.
¿Da miedo verdad? (a mi si me da), sentir que todas las palabras que salen de tu boca pueden ser una mentira, o al menos, no estas completamente seguro que sean verdad, pero igual, las dices.
Ahora, el problema principal no radica en que tú le digas algo equivocado al paciente y este lo crea, porque al final, puede que se cure solo (evolución natural de la enfermedad), o que continúe enfermo, consulte con otro médico que sepa un poco más (si tiene suerte) y que logre el resultado final que es darle un tratamiento adecuado (no curarlo, los médicos no curamos, ayudamos para que el cuerpo recupere su homeostasis por si solo); el verdadero problema radica en que tú creas que lo que dices es verdad y que estás en lo cierto, en ese momento toda esperanza esta pérdida, y todos los pacientes que lleguen contigo se verán perjudicados, y hasta este punto, tú sabes que estoy en lo cierto.
Ahora, imagina a todos los médicos realizando la práctica médica de esta forma, y ¿Qué obtienes? Pues, el Sistema de Salud de nuestro país.
Es cierto, nos quejamos que nuestro sistema es deficiente, no hay trabajo y el que por suerte tiene, lo tiene de más, sueldos de risa, en fin, miles de desencantos; pero, ¿Las decisiones de una sola persona no son importantes?
Parece que todo está perdido ¿no?, ¿Qué hacer entonces? La respuesta es obvia, y si después de haber leído esto no la sabes, creo que nadie te puede ayudar.
Estudiar es fundamental para los médicos, no hay otro camino, no hay otro método, no hay caminos cortos ni fáciles, ni fórmulas secretas que nos ayuden a lograr ser mejores en poco tiempo, pero tampoco es imposible. La decisión final yace en cada uno de nosotros, y del tipo de científicos que queramos ser, depende de que tanto honremos ese “primum non nocere”. Me atrevo a decir que el lema esta desfasado (con el perdón de los padres de la medicina), pero en nuestros tiempos creo que se aplica más un “primum cognocere ut non nocere” (Primero conozcamos para no hacer daño).
Mi objetivo no es ser un pretencioso que se cree con mayores valores o conocimientos que los demás (yo también me sentí identificado en la parte de las preguntas mientras las escribía), simplemente esto nace por la petición de una paciente la cual, sufrió de manera innecesaria, por haber sido atendida por médicos de la calidad cuestionable de la que ya hablamos. Sus palabras fueron: “… ud que es investigador, sea buen médico, escuche al paciente, no lo atienda rápido aunque lo regañen, es mejor que lo vea bien unos 20 a 25 min. y después ya no lo va a volver a ver, si es que eso le molesta, a que lo siga viendo 4 o 5 veces dándole lo mismo y uno empeorando con cada consulta y entre cada cita. Uno confía en el médico, que el médico sabe, uno le hace caso al médico y a veces eso es lo que hace que uno empeore, pero seguimos creyendo en Uds. porque si llegaron y están ahí es por algo, no es así nomás, por eso le pido que no traicionen nuestra confianza haciéndonos creer que si saben, yo le digo esto a Ud. pero dígaselo a sus compañeros.”
No se Uds. pero yo me retiro a ejercer mi responsabilidad de “primum cognocere”, para no seguir traicionando la confianza de los pacientes, ni continuar engañándome a mi mismo.
Rolando Sánchez
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